La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta para 2025 un crecimiento moderado en México (0.6%) y Bolivia (1%), mientras que anticipa contracciones en Cuba (-1.5%) y Haití (-2.3%).

Para América Latina y el Caribe, la CEPAL estima un crecimiento regional de 2.5% durante 2025. Entre los países con mayor dinamismo previsto destacan: Venezuela (6%), Paraguay (4.5%), Argentina (4.3%), Panamá (4.1%), Costa Rica (3.8%), Guatemala (3.7%), República Dominicana (3.4%) y Honduras (3.3%).

En un rango de crecimiento intermedio se ubican: Perú (3.2%), Nicaragua (3.1%), Ecuador (3%), El Salvador (2.8%), Chile (2.6%), Brasil (2.5%), Colombia (2.5%) y Uruguay (2.3%).

El organismo señaló que la región atraviesa un período de bajo crecimiento, aunque con una ligera mejora en el entorno internacional. Subrayó que factores internos —como el limitado margen para aplicar políticas fiscal y monetaria, la estructura productiva y el destino de las exportaciones— influyen en las diferencias de desempeño económico entre los países.

El documento advierte que América Latina y el Caribe enfrenta una “trampa de baja capacidad de crecimiento”, asociada en gran medida a una productividad estancada o incluso decreciente durante la última década. Superar esta condición exige una transformación productiva profunda, que requiere escalar y modernizar las políticas de desarrollo productivo bajo una nueva visión.

Desafíos principales

La CEPAL identifica como retos centrales los bajos niveles de inversión y el estancamiento de la productividad, factores que han limitado el crecimiento económico en los últimos años.

Latinoamérica se encuentra atrapada en una baja capacidad de crecimiento, en buena parte debido a la baja productividad, reiteró el organismo internacional.

Respecto al entorno externo, la CEPAL detalló que, pese a una leve mejoría, el contexto global ofrece un apoyo limitado, con una economía mundial en enfriamiento y baja volatilidad de precios.

El organismo destacó que la ciencia, la tecnología y la innovación son motores esenciales para la transformación productiva, pues permiten diversificar las economías y generar empleos de mayor calidad. También enfatizó la importancia de fortalecer la articulación productiva, mediante iniciativas de clúster y mecanismos de gobernanza y colaboración, fundamentales para movilizar actores clave y multiplicar los impactos económicos y sociales.


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