El endurecimiento de las reglas en las aduanas de México está generando un cambio profundo en la logística marítima y en la operación de los puertos, donde se concentra buena parte del comercio exterior del país.

Más allá del cumplimiento legal, las reformas a la Ley Aduanera están obligando a las empresas que importan y exportan por vía marítima a replantear sus procesos documentales, su coordinación con agentes aduanales y navieras, así como su capacidad de respuesta ante revisiones cada vez más frecuentes en los recintos portuarios.

México mantiene un alto nivel de integración al comercio global. En 2024, las importaciones superaron los 625 mil millones de dólares, de acuerdo con cifras del INEGI, lo que confirma la relevancia de las aduanas como punto crítico para la operación de miles de empresas. Sin embargo, este volumen también ha llevado a la autoridad a reforzar los mecanismos de fiscalización, trasladando una mayor responsabilidad directamente al importador.

La aduana como punto crítico de la cadena de suministro

A diferencia de otros momentos regulatorios, el foco ya no está únicamente en el agente aduanal o en el cumplimiento documental básico, sino en la capacidad de las empresas para demostrar, de principio a fin, la trazabilidad, el valor y la materialidad de las mercancías. Esto ha convertido a la aduana en un punto de control estratégico que puede definir la continuidad o interrupción de una cadena de suministro.

Del cumplimiento legal al impacto operativo

Especialistas del sector advierten que el impacto de las nuevas exigencias no se limita al plano legal. Una revisión más exhaustiva puede traducirse en retrasos en el despacho, mayor permanencia de la carga en recintos fiscalizados y costos adicionales por almacenaje, demoras y reprogramaciones logísticas.

En este contexto, empresas importadoras han comenzado a adoptar un enfoque preventivo, fortaleciendo sus sistemas internos, automatizando procesos y revisando contratos, facturación y registros contables. El objetivo ya no es sólo liberar mercancía, sino evitar cuellos de botella que afecten inventarios, producción y compromisos comerciales.

La manifestación de valor bajo mayor vigilancia

Uno de los puntos más sensibles es la manifestación de valor, que se ha convertido en un elemento central de fiscalización. Aunque esta obligación siempre ha recaído en el importador, ahora es objeto de una vigilancia más intensa, lo que obliga a las empresas a alinear áreas legales, financieras y logísticas.

Cualquier inconsistencia puede escalar rápidamente a retenciones, revisiones profundas o bloqueos operativos, con efectos que se propagan a lo largo de la cadena de suministro.

Prepararse hoy para evitar disrupciones mañana

Koprimo, comercializadora mexicana especializada en la distribución de materias primas, ha iniciado un proceso de ajuste integral para anticiparse a los nuevos criterios de revisión. De acuerdo con Cyntia Mendoza, gerente de Cadena de Suministro de la empresa, el riesgo ya no es únicamente una sanción económica, sino la posible detención de una operación completa.

De cara a 2026, el mensaje para los importadores es claro. La improvisación dejó de ser una opción. Las empresas que inviertan en control interno, digitalización y profesionalización de su operación estarán mejor posicionadas para enfrentar un entorno aduanero más estricto y una logística cada vez más presionada por costos, tiempos y regulaciones.

Más que una reforma legal, el nuevo marco aduanero está obligando a las compañías a redefinir su estrategia logística y su relación con el comercio exterior en México.


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