El comercio internacional atraviesa una fase de transformación en la que los factores financieros han adquirido un peso determinante. Más allá de los flujos de mercancías, las tensiones geopolíticas o los ajustes arancelarios, el entorno monetario y crediticio se ha convertido en uno de los principales condicionantes para la inversión, la producción y el intercambio global.
Hoy, la volatilidad de las políticas económicas y financieras ya no es un fenómeno transitorio. Se trata de un obstáculo estructural que incide directamente en la dinámica del comercio y en la capacidad de las empresas para planear a largo plazo. En este contexto, el sistema financiero global enfrenta el reto de adaptarse para responder de manera más eficiente a las necesidades de la economía real.
De acuerdo con el más reciente Informe sobre el comercio y el desarrollo 2025, elaborado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), las condiciones financieras están influyendo cada vez más en la dirección que toma el comercio mundial. Rebeca Grynspan, secretaria general del organismo, subrayó que el comercio no debe entenderse únicamente como una cadena de proveedores, sino también como una red compleja de líneas de crédito, sistemas de pago, mercados cambiarios y flujos de capital.
El informe advierte que el crecimiento económico global se desacelerará a 2.6% en 2025, por debajo del 2.9% registrado en 2024, reflejando un entorno donde el endurecimiento de las condiciones financieras comienza a pesar más que los estímulos tradicionales al comercio.
Durante los primeros meses de 2025, el comercio mundial registró un crecimiento cercano al 4%, impulsado en parte por empresas que aceleraron sus importaciones ante la expectativa de cambios arancelarios.
Sin embargo, este repunte también responde a transformaciones estructurales más profundas. Los servicios continúan expandiéndose a mayor ritmo, apoyados por el avance de la economía digital y la inteligencia artificial, mientras que el comercio entre economías del Sur global mantiene un crecimiento por encima del promedio.
Aun así, al descontar estos factores coyunturales, la UNCTAD estima que el crecimiento subyacente del comercio se ubica entre 2.5% y 3%, con una tendencia a moderarse conforme las condiciones financieras influyen con mayor intensidad en las decisiones de inversión y producción.
Uno de los puntos críticos señalados en el reporte es la alta dependencia del comercio internacional de los canales financieros. Cerca del 90% del comercio mundial requiere algún tipo de financiamiento comercial, y la disponibilidad de liquidez en dólares, así como el funcionamiento de los sistemas de pago transfronterizos, resulta clave para sostener las operaciones internacionales. Esta dependencia hace que cualquier ajuste en las políticas monetarias o en los mercados financieros tenga un impacto inmediato sobre los flujos comerciales.
El informe también advierte que los cambios en los mercados financieros hoy influyen en el comercio casi tanto como la actividad económica real. Este fenómeno representa un desafío particular para las economías en desarrollo, que si bien impulsan una parte importante del crecimiento global, enfrentan mayores riesgos financieros, niveles elevados de deuda y una mayor exposición a los efectos del cambio climático.
Frente a este escenario, Grynspan subrayó la necesidad de avanzar hacia reformas coordinadas que articulen comercio, finanzas, manejo de la deuda y acción climática. Un enfoque integrado, sostuvo, permitiría restablecer la estabilidad y reorientar el desarrollo económico hacia un modelo más resiliente, capaz de sostener el crecimiento del comercio en un entorno global cada vez más complejo.
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