El Banco Central Europeo (BCE), junto a la mayoría de los bancos centrales de países desarrollados, ha establecido un objetivo de inflación del 2%. Una tarea nada envidiable pues disponen de un único instrumento verdaderamente eficaz, el control de tipos, cuya fuerza se disipa cuanto más alejada esté la inflación de la meta establecida, indicó Alejandro Neut, Economista Líder de la Unidad de Economía Digital de BBVA.

Esto se ha visto en años recientes cuando el BCE ha sufrido una inflación muy por debajo del objetivo, lo que ha propiciado peligrosas dinámicas de “japonización” a pesar de las muchas medidas extraordinarias que la autoridades fueron implementando para revertir la situación. Y ahora, con una estimación adelantada del INE del 7,4% para la inflación española de febrero, varios expertos empiezan a temer que los mercados puedan generar expectativas inflacionarias con vida propia que sean también muy difíciles y costosas de revertir.

Puntos clave

Hoy nos encontramos en medio de varios eventos con un desenlace difícil de predecir, empezando por la invasión de Ucrania. Este conflicto ya ha generado una importante alza en el precio de la energía y ha comenzado a deprimir la actividad en grandes centros de producción europeos.

Pero la invasión a Ucrania no es la única presión inflacionaria y contractiva cuyo desenlace permanece incierto. Aún arrastramos dos fuegos cruzados tras la epidemia de la COVID, en este caso varios cuellos de botella en las cadenas globales de producción junto a una “Gran Dimisión” de la fuerza laboral.

A esto, se suma el enfriamiento de las relaciones entre EE. UU. y China, que debilita el proceso de globalización de las últimas décadas. Incluso, el cambio climático ya es una realidad que presiona al alza los precios agrícolas.

Si se estima que son pasajeras estas presiones inflacionistas y contractivas a la vez, el BCE tendría que tolerar mayor inflación para no amplificar el sufrimiento económico (no tanto por consideraciones humanitarias, sino por no enfrentarse de nuevo al riesgo de “japonización” una vez pasadas las presiones).

Aunque si se considera que son permanentes, la receta convencional es corregir la inflación lo antes posible ya que retrasar la medida solo la haría más onerosa.


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